Thursday 29 May 2008

Sunday 25 May 2008

EDIMBURGO. CAPÍTULO 1.

Pere Fornes.

Squareone entertainment.

A manera de despedida después de dos años y medio de estancia en Edimburgo que terminará el próximo viernes 30, hoy publico el primer capítulo de una novela que escribí durante mi estancia. Es como un complemento al artículo “Vivir en Edimburgo” ya que puede ayudar a los lectores a familiarizarse con la vida Edimburguesa.

La novela, como todas, mezcla ficción y realidad. Todos los personajes y anécdotas que se cuentan tienen una base tan real como la vida misma, por muy chocante que pueda resultar.

CAPÍTULO 1.


ROBERTITO


El Robertito era famoso en el barrio de Campanar y en toda Valencia en general. La fama se la había ganado con el paso del tiempo. Medía 1’95 y tenia una cicatriz en la cara. Muchas leyendas circulaban sobre el origen de esa cicatriz, aunque nadie se atrevía a preguntarle. La leyenda que más circulaba contaba que, a la edad de 16 años, volvía por la noche del barrio del Carmen con un amigo por el viejo cauce del río Túria cuando dos gitanos les quisieron atracar y él se negó. Éstos sacaron sus navajas y el Robertito se las apaño para quitarle la navaja al primero. El segundo le rajó la cara pegando un salto. A partir de ahí diferentes personas contaban multitud de desenlaces diferentes con un denominador común: el Robertito tenía mogollón de huevos.


Esto le sirvió para ganarse fama, pero con el tiempo se hizo incluso más y más famoso. Empezó a traficar con droga y pronto subió a lo mas alto, pasando en grandes cantidades y manejando grandes sumas de dinero. Desde adolescente había llevado el pelo rapado aunque últimamente se lo afeitaba: se había apuntado a la moda de los ciclos de esteroides y como resultado tenia una masa muscular descomunal, aunque se estaba quedando calvo como efecto secundario de la testosterona. A primera vista, parecía un toro a dos patas. 1’95 de altura y 135 Kg. de músculo daban respeto. Solo sus amigos se atrevían a mirarle a los ojos.

El Robertito cogió a Boby, su pitt-bull y bajó al parque de la calle Castielfabib donde solía pasearlo.

José Ramírez, Suburbio para los amigos, era conocido en el barrio de Campanar por su afabilidad y simpatía. Tenia una tienda de animales en la Avenida Maestro Rodrigo y los clientes le apreciaban por su excelente servicio. Era amante de los animales y de la naturaleza y siempre estaba dispuesto a colaborar en causas benéficas. Esa tarde se levantó de la siesta más tarde de lo esperado. Tenía que abrir la tienda de animales a las 4 y ya eran las 4 y diez. No era una tragedia muy grande pues la tienda era suya, y vivía en la avenida General Avilés, a unos cinco minutos de la tienda. Pero Suburbio era muy metódico. Era puntual y odiaba llegar tarde. No podía soportar la idea de que algún cliente hubiera ido a la tienda a las 4 y cinco. Salió corriendo de casa sin tomar café ni nada.


Al cabo de un rato de abrir, el Robertito entró en la tienda del Suburbio, que aun no se había acabado de despertar del todo.

-Oye, que vengo a devolverte el perro este que te compre hace tres semanas, que está enfermo, y a que me devuelvas el dinero.

Siguiendo el protocolo de atención al cliente, Suburbio le explico a Robertito gentilmente como era el procedimiento en esos casos.

-No, hombre, yo te explico como va la cosa… Déjame el perro y yo lo llevo al veterinario para ver lo que tiene. Tú no te preocupes que la visita al veterinario corre de mi cuenta. Si es algo temporal se le cura y te devuelvo el perro, y si no tiene arreglo te devuelvo el dinero.

El Robertito soltó al perro, cogió a Suburbio del cuello y lo arrastro hasta la trastienda. Le pegó un puñetazo en el pómulo, luego un codazo en las costillas, le cogió del pelo por la parte de detrás de la cabeza y le pegó un cabezazo contra la pared. El Suburbio cayó al suelo y su nariz empezó a sangrar. El Robertito le levantó, le cogió del cuello y empezó a darle puñetazos por la cara y el cuerpo mientras gritaba:

-¿Me vas a pagar? ¿Me vas a pagar? ¿Me vas a pagar?

El Suburbio no tardo en responder:

-Si!Si!Si! Por favor, no me pegues mas!

...............

2 de Julio de 2005. 17’00h. Carlos iba conduciendo su Seat Ibiza por la Avenida Maestro Rodrigo. El móvil sonó. Era un mensaje:

TE ESPERO EN EL PARQUE NANO

Después de aparcar el coche en la Calle Castielfabib, Carlos se dirigió al parque. Tana, la perra de Ricardo vio a Carlos y se fue corriendo hacia él moviendo la cola. Después de unos minutos de festival de bienvenida con la perra, Carlos y Ricardo se chocaron las manos.

-Oye, acabo de pasar por delante de la tienda de animales del Suburbio y he visto que esta cerrada, ya no esta el rótulo ni nada.
-Ah, ¿tú no te enteraste de la movida que le paso con el Robertito, no?
-No, ¿quien es el Robertito?
-¿No te suena quien es el Robertito?
-No.
-Joder, pues debes de ser el único. Se nota que te has pasado tiempo fuera de Valencia, pero ya era famoso antes. Un ciclao que también trapichea y es bastante mafias. Fue a devolverle un perro que le había comprado al Suburbio y a aquel se le ocurrió decirle que primero tenia que llevarlo al veterinario. Sin mediar palabra, el Robertito lo cogió del cuello y empezó a arrearle mientras le preguntaba: ¿me vas a pagar? ¿me vas a pagar? Hasta que el Suburbio consiguió responder que si, que le iba a pagar. A la primera que le arreó ya le iba a decir que si, pero como el Robertito continuaba arreándole no le dejaba ni que abriera la boca..
-Joder! Que hijo de puta! ¿Le rompió la nariz o algo?
-No, pero yo le vi al cabo de dos días y tenia un ojo morado, la cara hinchada y le costaba respirar porque le había pegado en las costillas. El Robertito siempre ha tenido fama de chungo, pero se ve que en ese momento estaba en mitad de un ciclo de testosterona, que aun los pone más agresivos.
-¿Y ahora que hace el Suburbio?
-Se ha ido de camarero en un crucero por el mediterráneo.
-Eso es lo que tengo que hacer yo. Viajar, cambiar de aires.
-¿Como llevas lo de tu madre?
-Empecé a bajar la dosis de codeína a los 15 días y vino lo peor, el ver que me he quedado sin familia, el pensar: “¿y ahora qué?”
-El día del entierro se te veía de puta madre.
-Mira...el poder de Morfeo.

Hubo un silencio

-Pero ahora, dentro de lo que cabe estoy bien. He decido que me voy. Seguramente a Escocia en enero a estudiar inglés 6 meses.
-¿Y eso?
-Lo encontré por Internet, ya sabes que yo aquí he ido a academias de inglés, pero si quiero hablar fluidamente, la mejor opción es irme fuera.
-Si, y te sentará bien. ¿Donde está Escocia?
-En el norte de Inglaterra.
-¿Y a que parte de Escocia vas?
-Edimburgo.
-Escocia, Edimburgo, lo mirare en el mapa… o por Internet.
-¿Por qué en enero y no antes?
-Quería ir en septiembre pero todas las plazas están ocupadas. Podría ir a Inglaterra en septiembre pero es mucho más caro.
-Y que te vas… ¿Solo?
-Si.
-¿No te da un poco de rollo?
-Pues no, más solo que estoy ahora no voy a estar. Además, allí seguro que conoceré a gente. Van más españoles y gente de otros países a estudiar inglés.
-La verdad es que me estás dando envidia, suena bien.
-Bueno, me tengo que ir que he quedado con Ramsés. Si quieres mañana quedamos en serio y nos tomamos unas cervezas.
-Vale, ¿cuando te vas al pueblo?
-Pasado mañana.
-¿Te pasaras por Valencia antes de irte a Escocia, no?
-Si hombre, y si no, tu también puedes pasarte a verme.
-También.
-Au nano.
-Au.